jueves, 11 de octubre de 2012

Daños masivos: ¿la culpa es del chancho o del que le da de comer?

Desde que el paquete tecnológico agrario, sobre todo sojero, se enseñoreó en nuestras pampas, hace menos de dos décadas, viento de cola neoliberal y complicidad gubernamental mediante, muchas cosas no han vuelto a ser iguales.

Lo que en el Menemato, apareció casi como un limitado experimento de laboratorio, se fue extendiendo como metástasis sobre toda tierra con mediana aptitud agraria, hasta consolidarse hoy, como un boom económico.

Ese paquete tecnológico, en base a semillas transgénicas, maquinarias pesadas, venenos altamente tóxicos, cuando no letales, hacían presagiar un futuro venturoso de prosperidad para quienes adhieran al mismo.

Que los impactos ambientales y sanitarios fueran en aumento, y que la vida y la calidad de ella, valgan menos que las patentes de las multinacionales de los agronegocios, importaba poco.

En ese contexto, el despoblamiento y la exclusión de los trabajadores rurales, la desaparición de miles de pequeños y medianos productores, la irrupción de los pools de siembra, la concentración de la producción y de la propiedad agraria, eran su lógica consecuencia.