sábado, 14 de diciembre de 2013

Consumo/Consumismo? de mascotas y el divorcio de lo humano.


Quizás el desarrollo de estas aguafuertes no sea del agrado de muchos, pero el silencio tampoco es saludable, por lo que creo que el debate maduro es el mejor abordaje de ciertos problemas.

Es notorio que la globalización económica y cultural ha consagrado modas, giros idiomáticos, maneras de actuar, consumos y saberes. Aceptados sin crítica y sin analizar que todo mecanismo de colonización no es neutro, sino que responde a principios, intereses y conveniencias propias de quien las formula.

Está claro y no se puede desconocer que el dios Mercado y la religión del consumismo, se han colado en todos los intersticios de la vida, elevando a la categoría de culto y símbolo de status social a diversos objetos, entre ellos las mascotas. Más tenemos, aparentemente, mejor somos.
El hombre y los animales:
Desde siempre los humanos, intentaron y lograron domesticar distintas especies de animales, para ponerlos a su servicio, ya sea como alimento, transporte, tiro, seguridad, divertimento, competencias o simple compañía.
La incorporación de nuevas especies, muchas exóticas, cumplían más acabadamente con sus requerimientos y consolidaron nuevas formas productivas, delineando distintos procesos civilizatorios y económicos.

En ellos, el hombre procedió a mejorar la calidad y prestaciones de algunas, que hicieron la diferencia entre el avance o retroceso de comunidades, como contrapartida se produjo un empobrecimiento, cuando no la desaparición de especies autóctonas.

Por razones culturales, económicas o religiosas, esa selección llevó a la eliminación o casi, de todas aquellas especies, contrarias a sus preferencias o conveniencias, sin ponderar el impacto negativo sobre la biodiversidad.

Vale citar el proceder europeo, siglos atrás, que en su guerra contra Satanás y demonios varios, se dedicaron con ahínco a exterminar todas aquellas especies que eran visualizadas como una manifestación de los mismos. Junto a la incineración de brujas/os; gatos, serpientes, culebras, búhos y lechuzas corrieron la misma suerte.
La naturaleza se vengó provocando la más terrible de las plagas que asoló a Europa y diezmó el 50% de la población; la peste negra o bubónica.

El fervor religioso aplicado a la eliminación de tales animales, enemigos naturales de los vectores que propagaban el mal, dejó sin control a las poblaciones de roedores, con las consecuencias reseñadas.

Es conveniente saber que en la gran diversidad biológica, todas las especies cumplen una función y las diferencias en la escala natural son muy pocas. Ellas son desde el punto de vista de la apreciación cultural o sentimental. Es sabido que siempre que el hombre se mete en los procesos naturales, comienzan los problemas.

En la India las vacas son sagradas y por estas tierras son objeto de culto, pero culinario.
En muchos países los perros se crían para consumo, en el nuestro son objeto de cuidados, todo lo cual demuestra cómo actúan o nos condicionan las percepciones culturales en dichas interrelaciones.

Un representante de un país africano, en una cumbre de biodiversidad, dijo a sus pares de las naciones enriquecidas: Mientras Uds. hablan de proteger la fauna, nosotros nos la comemos para poder vivir un día más.

Mercadotecnia y consumismo:
Sabedores de estas particularidades y condicionantes culturales, en los últimos años, producto de inteligentes campañas de mercadotecnia que inciden sobre el subconsciente colectivo, pergeñados por los grandes laboratorios veterinarios y comercializadoras de alimentos globales para mascotas, se ha exacerbado y sublimado a niveles nunca vistos, el “amor por los animales”, mejor dicho por algunos pocos de ellos, objeto y centro de las campañas mencionadas.

No tengo dudas que quienes impulsan estas “preferencias sentimentales”, no desconocen ni dejan de percibir los crecientes niveles de aislamiento, insatisfacción, soledad y alienación que asolan a las personas en este mundo mercantilizado y post moderno. Estamos “para explorar necesidades insatisfechas” dice Cargill.

Como paliativos, ofrecen ansiolíticos, shopping y mascotas, cuyo consumismo no deja de aumentar en forma exponencial, para alegría y jolgorio de laboratorios y cadenas de comercialización globales.

“El Principito”, decía: lo esencial es invisible a los ojos y en una sociedad en la que lo esencial no cotiza y no deja ganancias, suplimos esas carencias yendo de shopping, tomando drogas legales o no, o comprando mascotas, mientras nos alejamos cada vez más de nuestros semejantes, suplantando relaciones y empatías interpersonales.

A la par, niños desnutridos, pidiendo o en situación de calle, no nos sensibilizan, es más a algunos les resultan hasta molestos. Pero un animal flaco, despierta la solidaridad “humanitaria” de brindarle atención y hasta reclamar a las autoridades alguna solución.

En muchos países, incluido el nuestro, se gasta más dinero en mascotas; ya sea en alimentos, terapias, ropas y una variedad de productos cada vez más sofisticados y costosos, que en atender las necesidades de la niñez desvalida, lo que encierra una paradoja de una crueldad inusitada.

Argentina es el país de Latinoamérica de mayor cantidad de mascotas por persona. Organizaciones sobre el tema han dicho que hay entre 10 y 15 millones de perros, sumado a millones de gatos, pájaros, peces, etc., el volumen económico es sideral, para satisfacción de Cargill, uno de los mayores comercializadores de alimentos para mascotas del mundo y otras multinacionales.

Seguro no pensamos en las millones de toneladas de alimentos que se sustraen al uso humano, para este consumismo moderno, menos en los gastos globales de estas prácticas que a la larga terminan deshumanizándonos.

Cada vez hay más gente con mascotas, por lo que dicho mercado está presentando un crecimiento acelerado y esta industria es en Estados Unidos la tercera más lucrativa.
Cada día se abren más clínicas veterinarias y negocios conexos, que clínicas o guarderías infantiles, la plata que falta para éstas, sobra para aquéllas.
Coffiuer, boutiques, pet friendly, desfile de modas, psicólogos, guarderías, pet bus y toda una parafernalia de tiendas y servicios, no son gratuitas y está marcando alguna carencia en nuestra relación con el prójimo.

Ahora han creado una nueva raza de perros llamada Cavapoo-chon, que cuesta entre 2.000 y 3.500 dólares, que no ladra y conserva la apariencia de cachorro toda la vida y no falta mucho para que aparezcan los fluorescentes u otras rarezas por el estilo, ya que hay que estar a la moda.

Algunos legisladores, desconociendo urgencias y necesidades más apremiantes para la salud y la calidad de vida de nuestros hermanos, han propuesto la creación de Hospitales Veterinarios Públicos gratuitos en todo el territorio provincial que brinden atención de baja, media y alta complejidad a perros y gatos, fundamentado en una mera declaración universal de intenciones, sin ningún respaldo real y legal internacional.

En una suerte de lógica perversa, creo que producto de la ignorancia, en el mejor de los casos, no se pondera cual es la situación crítica de los hospitales públicos, como para sumar injustificadamente una nueva carga a los gobiernos, que termina pagando toda la sociedad.

Uno de cada 4 habitantes del Planeta padece desnutrición o tiene una carencia crónica de vitaminas y minerales esenciales y los fondos que se necesitarían para erradicar el hambre son ridículamente bajos, por lo que persistir en estas tendencias es cuando menos una falta de valores humanitarios propios de una época egoísta e individualista extrema. Ello condena al declamado derecho humano universal a la alimentación a dormir el sueño de los justos ante la indiferencia generalizada.

Insisto, el gasto en alimentos, atención sanitaria, peluquería, guarderías, psicólogos, entrenadores y paseadores de mascotas, supera, en mucho, el monto que requeriría la erradicación del hambre en el mundo.

Mientras el discurso tentador y sensiblero que habla de los derechos de los animales, que los pone en paridad con los seres humanos, se entroniza, las multinacionales de fármacos y alimentos veterinarios se multiplican, ligados casi siempre a la matriz del agro negocio.

No es casual el incremento de la publicidad de este rubro, tampoco la concurrencia de famosos a programas con mascotas, presentadas a la “moda” y en forma tan ridícula como sus dueños, despertando en muchos la imitación cholula, que impone la adquisición innecesaria de tal o cual raza animal.

No hablo de las toneladas de excrementos que se generan, muchas desparramadas en la vía pública, y que todos los padecemos, que muestran de falta de respeto y desprecio hacia el otro.

Creo, que en algún momento deberemos volver a lo humano y pensar más en el hombre y las generaciones futuras, que en cuestiones secundarias que nos distraen del destino común.

Descontaminar las mentes e inyectarle aire fresco, no es tarea sencilla, sobre todo cuando no estamos dispuestos a asumir nuestras cuotas partes de culpas en el problema.

Ricardo Luis Mascheroni-Docente

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